Agustina Paz y el susurro del paisaje en clave de piano
En la vasta geografía de la música argentina contemporánea, pocas artistas logran conjugar con tal delicadeza la introspección y el arraigo como lo hace Agustina Paz.
La gestación de Amor arrancó en plena pandemia, en 2020, cuando el silencio y la introspección obligada empujaron a Paz a volver la mirada hacia adentro. La grabación ocurrió entre marzo y octubre de 2021, en los estudios Elefante y Camarón Brujo, con la participación de Max Cremona (programación rítmica en “Libre”), Guillermo “Avto” Rodríguez, Matías Suárez y el mismo equipo técnico de Camarón Brujo y Elefante. La producción estuvo a cargo de Daniel Melero, quien a su vez actuó como mezclador y masterizador.
Su disco Amor aparece como una especie de retorno al pulso íntimo, al piano como columna vertebral, un signo distintivo del universo musical de Paz.
Paisaje, ausencia y pulsiones del alma
Las canciones del álbum remiten con fuerza a ese territorio rural donde Agustina vivió su infancia: Norberto de la Riestra, un pequeño poblado de la provincia de Buenos Aires. En ese vasto espacio el tiempo y el aire se expanden, y Paz lo traslada al lenguaje musical: las siestas, el viento, las ausencias, las pérdidas emergen como materia poética en temas como “Huayno del camino” (donde aparece el charango), “Te extraño” o “Vidala de un naufragio”. El track que abre el álbum, “Libre”, fue el corte adelanto y cuenta con un video protagonizado por la bailarina y acróbata Fershy Rie.
El disco circula entre la melancolía y la esperanza, entre la tristeza del extravío y la voluntad de reconstrucción. La voz de Paz —suave, contenida, pero con brío— recorre esos paisajes emocionales sin estridencias.
Un recorrido biográfico que explica la música
Lo que hoy escuchamos en Amor es el fruto de una trayectoria que combina estudios clásicos, exploraciones electrónicas, búsqueda interior y compromiso con la canción.
Nacida en Norberto de la Riestra, Agustina empezó a tocar el piano de manera intuitiva a los cuatro años, sobre un instrumento heredado de su bisabuela concertista en Francia. A los 17 años se trasladó a Buenos Aires para estudiar en el Conservatorio Nacional “Carlos López Buchardo” (hoy bajo la órbita de la UNA), mientras paralelamente cursaba musicoterapia en la Universidad del Salvador. Con el tiempo incorporó estudios de jazz con Guillermo Romero, tango con Nicolás Ledesma, y exploró la música afrocubana tras un viaje a La Habana.
Desde 2006 emprendió una carrera solista como cantautora, experimentando con sonidos electrónicos, produciendo sus propios discos y explorando el cruce entre lo acústico y lo digital. En 2009 vio la luz Bosques en Desiertos, su álbum debut; luego vinieron El Paztiche disco-blog (2011) y Yugo (2015), este último con participación de múltiples colaboradores e instrumentaciones ampliadas. En 2020 publicó La Fuerza como cuarto álbum. Además colabora como pianista invitada con otros músicos, ha pisado escenarios emblemáticos (ND Teatro, la Sala Sinfónica de la Usina del Arte, Biblioteca Nacional) y ha llevado su música más allá de las fronteras, a México, Chile y Uruguay.
También ha escrito arreglos o colaborado en producciones de otros artistas (Maca Monamú, Cata Raybaud, Marilí Machado, Laura González, entre otras), y ha incursionado en la composición para proyectos audiovisuales, como la serie Matungo o 3 Historias de Amor con Final de Río.
Amor como síntesis y apertura
Amor representa un quiebre sutil: no deja de ser fiel a la intimidad que caracteriza el estilo de Paz, pero se abre a atmósferas más amplias, con matices folk, un dejo de electrónica sutil y la presencia clara del piano como hilo conductor. En ese sentido, retoma aquello que la define como artista: la tensión entre lo pequeño y lo infinito, entre lo interno y lo externo.
Paz realizó su presentación en vivo del disco el 1 de julio en La Manzana de las Luces, en CABA, con entrada libre y gratuita.
Con Amor, Agustina Paz invita a detenerse, a habitar los silencios, a mirar el horizonte personal con ternura y crudeza. En ese ejercicio se revela no solo la madurez artística, sino una sensibilidad que late con la urgencia de emocionar.
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